miércoles, 20 de abril de 2011

Bolama

Desde el barco se divisan ya los restos de la que fuera en otro tiempo la primera capital de Guinea Bissau. En el muelle nos esperan curiosos y divertidos. Nuestra llegada es posiblemente el acontecimiento del mes. Un grupo de jóvenes nos recibe con danzas tradicionales y tras los saludos y agradecimientos comenzamos la visita. Andrés nos explica su trabajo allí: una pequeña escuela de pesca en el antiguo edificio de aduanas donde se aprende a pescar pero también a reparar un bote, a fabricar un remo o a cortar y conservar el pescado.


Recorremos las calles desiertas, otrora grandes y animadas avenidas abiertas al mar.   El paseo nos evoca el esplendor  de la época colonial. Palmeras, farolas, bancos, parques, aceras.... forman ahora parte de un decorado inútil.


El primer hotel de Guinea Bissau, la asamblea nacional, el palacio del gobernador, el mercado, el cine o la piscina municipal, ya no son más que ruinas. Últimos vestigios del esplendor de entonces. Desde la independencia en 1974 el deterioro ha sido lento, progresivo, ineroxable e irreversible. Los guineanos no han sabido, no han podido o no han querido conservarlo.




Entre las ruinas y el abandono encontramos gente pacífica y amable. Las mujeres nos piden una foto. Antes, coquetas, se arreglan un poco sus vestidos.


En el centro del pueblo, un enorme campo de fútbol. Cerca, algunas jóvenes lavan y tienden al sol las  equipaciones para el partido del domingo. 




En Bolama, como en el resto de África, el fútbol levanta pasiones. Nos cuentan que cada domingo toda la isla se da cita en el campo para animar con fervor a su equipo.

A la sombra nos esperan con bebidas heladas y papaya fresca. Nos despedimos y volvemos al  muelle exhaustos,  muertos de calor. En el barco, todos callados. Adormecidos con el run run de los motores. En nuestras mentes flota la misma pregunta de siempre: ¿hay solución para África?




BMB







viernes, 8 de abril de 2011

De paseo con Camarón

Camarón

De un tiempo a esta parte, y en un nuevo intento (el enésimo) de hacer algo de ejercicio, salgo por las tardes de paseo con Camarón. En nuestro barrio, el Alto Bandim, Camarón es muy popular. Cada pocos metros tenemos que parar a saludar. En Guinea Bissau no hay casi perros y los que hay son todos de la misma raza: chucho guineano.  De tamaño medio, color marrón, morro blanco algo alargado y carácter orgulloso, el chucho de guinea debe de ser el resultado de algún cruce fortuito de hace años entre un perro portugués que llegara en un barco y otro senegalés que viniera en un toca-toca desde Ziguinchor. 
Por eso, Camarón es tan conocido y le gusta tanto a la gente. Nunca antes se ha visto otro igual por estas latitudes. La mayoría piensa que es un Pitbull. ¿Lo habrán visto en la tele?. Le tienen pánico aunque cuando Camarón se les acerca y les hace un poco de fiesta enseguida se les pasa el susto y me piden un cachorro. Aquí, el caso es pedir algo.

En nuestro recorrido nos cruzamos con gente peculiar pero sin duda lo más interesante son los encuentros con animales: ratas, gallinas, pavos, cabras, vacas y cerdos, muchos cerdos, hacen las delicias de mi perro. En general el encuentro es pacífico. Camarón huele al bicho en cuestión, gruñe, se lo piensa un poco y me mira divertido como diciendo: vámonos,  no me interesa. Mientras, el animal está petrificado, muerto de miedo, preparado para lo peor. En especial las gallinas. ¡Que miedo pasan las pobrecillas! Con los cerdos la cosa cambia. Camarón y los cochinos no acaban de entenderse. Hoy volvíamos del paseo algo deprisa porque los mosquitos me andaban mordiendo las piernas, cuando de repente en una curva nos hemos topado de frente con un cerdo enorme, negro y con cresta puntiaguda. Aunque llevaba la cámara no he querido arriesgarme..... Tras un cruce inicial de miradas Camarón ha empezado a recular despacito, con cuidado,  para que el bicho no se diera cuenta. Al unísono hemos echado a andar ligeritos y Camarón, de naturaleza cotilla, se volvía a mirar cada poco para ver si el marrano nos seguía. A una distancia prudencial y ya a salvo, el perro se ha parado en seco, y dándose la vuelta con decisión le ha gruñido al cerdo, para salvar su honor.

BMB


martes, 5 de abril de 2011

¡Bienvenidos a Bissau!



TAP Air Portugal con nuevo esquema


Vuelta a Bissau tras unas mini vacaciones. Aeropuerto de Lisboa. Doce horas de espera. Sólo dos vuelos de TAP a la semana llenos hasta la bandera. Guineanos tratando de subir al avión con cinco bultos de mano cada uno. Bronca con las desesperadas azafatas. Dentro, una hora para sentarse. Empujones. Nadie se sienta en su sitio. Salida con retraso. Vuelo infernal. Llegada a Bissau. Calor sofocante. Una hora para recoger las maletas. Oscuridad total en las calles. Llegada a casa. Cuatro de la madrugada. Vigilante de seguridad dormido. Nadie abre la puerta. El generador apagado. Inundación en el cuarto de baño....¡Bienvenidos a Bissau!


BMB

viernes, 1 de abril de 2011

Media de pringá

De todos es conocido que en Sevilla se tapea de cine. Lo que no es tan popular para los de fuera es el altísimo nivel de los desayunos sevillanos. El punto fuerte es la tostada. En cualquier bar de Sevilla tanto del centro como de los distintos barrios o pueblos de alrededor te sirven una buena tostada con pan de bollo  (o mollete), tomate natural, aceite de oliva virgen extra y jamón ibérico. Esto es imposible en Madrid. 


En Madrid, salirse del croisant, la napolitana de crema y la tostada con mantequilla y mermelada es meterse en problemas. Lo de la tostada con aceite ya va siendo más normal pero si además pides tomate, la cosa se va complicando. ¿Tomate? ¿como? ¿en rodajas? y si le pides al camarero jamón ibérico con la tostada, te mira como si fueras un extraterrestre. 

Muchos bares de Sevilla hasta tienen carta de tostadas. Desde la clásica con jamón y tomate hasta la de jamón de York con foiegras, la de manteca colorá o la de pringá casera.

Otro aspecto importante es que si no tienes mucha hambre te puedes pedir media. Esto, tan común en Sevilla, en Madrid no es tan evidente. "¿Como que media?. Yo le pongo una tostada y usted se come lo que le apetezca pero me la paga entera."





Uno de los templos sevillanos de la tostada es el restaurante Las Piletas en la calle Marqués de Paradas. De ambiente capillita y taurino, es el típico restaurante de cocina andaluza tradicional y de servicio amable. 

Restaurante Las Piletas. Sevilla



La tostada de aceite tomate y jamón de las Piletas es absolutamente memorable. Si uno se pide media, se queda corto. En las Piletas, hay que pedírsela entera.

BMB