viernes, 19 de agosto de 2011

Sanlúcar de Barrameda

Sanlúcar de Barrameda

Aprovechando que vamos de boda nos quedamos unos días en Sanlúcar de Barrameda, con la idea de visitar Doñana, las bodegas de Pedro Romero y de paso hartarnos de langostinos y manzanilla.

Sanlúcar es una pequeña y agradable ciudad con un centro histórico señorial, una pequeña playa y Bajo de Guía, donde desemboca el Guadalquivir, frente al parque natural de Doñana.  A pesar de no tener buenas playas, es ideal para pasar unos días disfrutando de sus excelentes vinos, su gastronomía y dar largos paseos por el paseo marítimo o tomarse una copa en uno de los múltiples cafés a orillas del Guadalquivir.

Conoció su máximo apogeo en el siglo XVI como punto de partida y llegada de los grandes protagonistas del descubrimiento. Tras estos años de esplendor,  la llegada de los barcos de América se traslada a Cádiz y  entra en una etapa de decadencia. En la segunda mitad del siglo XIX, los Duques de Montpensier establecen allí su residencia de verano. Empiezan a celebrarse entonces las primeras carreras de caballos y a construirse lujosos hoteles y chalets cerca de la playa.  La gente bien de Sevilla comienza a veranear allí. La llaman "la San Sebastián del sur".

Plaza del Cabildo

Actualmente y a pesar de tener mucho turismo, la oferta de hoteles de Sanlúcar es pobre y no está a la altura de una ciudad de esa categoría. Nos alojamos en el Macia Doñana. Correcto, sin lujos, pero excelentemente ubicado a un minuto  de Bajo de Guía y a diez minutos de la céntrica plaza del Cabildo.

Tapeando en Casa Balbino

Excepto la visita a Doñana, que no pudo ser, todo lo demás sobrepasa con creces nuestras expectativas: las tortillitas de camarones de Casa Balbino, la manzanilla fresquita , los langostinos de Bigote o el arroz caldoso de Casa Juan… ¡Extraordinario!.

Decidimos repetir el próximo verano.

BMB





viernes, 12 de agosto de 2011

Punta Umbría


Punta Umbría
Punta Umbría es una ciudad costera ubicada en la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel, a 25 kilómetros de Huelva. Ha sido siempre un pueblo de tradición marinera, con su barrio de pescadores de casitas bajas, junto a la ría, desde donde salen cada día multitud de barcos que vuelven cargados de pescado típico de la zona. Chocos, pijotas, acedías, boquerones, sardinas, caballas, langostinos, gambas, cigalas... el mercado de abastos de Punta Umbría es un espectáculo que no hay que perderse.

El pueblo ha crecido mucho y ahora se extiende alrededor del casco antiguo, entremezclándose estrechas calles como la bulliciosa y comercial "calle Ancha", con grandes avenidas. Punta Umbría es el segundo puerto pesquero de España pero ya no sólo vive de la pesca. Ahora su principal atractivo son sus playas: la playa de la ría, muy familiar, la playa urbana, repleta de veraneantes y las playas de los Enebrales, La Bota y El Portil, rodeadas de pinares, de gran belleza.

Hasta el siglo XIX, en que llegaban los ingleses, Punta Umbría era una pequeñísima aldea de pescadores con cuatro casas y una taberna. Entonces, los trabajadores británicos de las minas de Riotinto eligieron este lugar para veranear. Buscaban un lugar fresco, más parecido al clima de su país, para descansar los fines de semana de los rigores del verano en la Sierra de Huelva. Así construyeron sus típicas casas sobre pilotes en la zona de la punta, entre la Ría y el Océano Atlántico. Zona que ya siempre se llamaría "La Punta de los Ingleses".

Casa típica "de los ingleses". Punta Umbría.

Y es que Punta Umbría tiene un clima ideal: calorcito durante el día para disfrutar de la playa y noches frescas que piden rebequita y colcha de piqué.

Baño al atardecer en la playa de Punta Umbría.


Puesta de sol en la playa de Punta Umbría.

Nos cuenta Doña Isabel que cuando ella y Don Camilo vinieron por primera vez, en los años sesenta, cruzaban la ría en "La Canoa" y al llegar, les esperaban unos burros para llevarlos a su chalet, en la Punta de los Ingleses. Desde entonces "Punta", como la llaman los onubenses,  ha cambiado mucho. Ahora es una playa masificada como tantas donde proliferan la mesa plegable,  el "toples" de piercing y tatuaje y los "chill out" de mojito y almohadón. Pero aún hay razones para volver cada verano: ese oasis que es la Punta de los Ingleses, las papas aliñás y las sardinas de la prodigiosa plancha del chiringuito El Tabla,  las chocos con cerveza helada de Miramar, las coquinas de El Paraíso, el helado de fresa de La Española.... y el atardecer sobre el Atlántico.

BMB