Si alguien que vive, pongamos por caso, en Madrid un día empieza a sentirse mal, a tener escalofríos, dolor de cabeza y de todos los huesos del cuerpo, diarrea, fiebre y vómitos, pensaría que tiene gripe, o que le ha sentado mal el atracón de ostras del día anterior. Si esa persona vive en Guinea Bissau o en cualquier otro clima tropical y no ha comido ostras, con esos síntomas lo primero que pensaría es que ha cogido la malaria.
El viernes comencé a sentirme así y tras un fin de semana horrible el domingo me hice el test de la malaria para salir de dudas. La prueba es simple: un pinchazo con un artefacto como los de medir el azúcar, y veinte minutos después sabes si tienes el bicho. Negativo. ¡Que alivio!
La malaria da miedo. Mata a más de un millón de personas al año, sobre todo en África y sobre todo a niños. Ayer mismo me comentaba Malán que este fin de semana ha muerto de malaria en su tabanka un sobrino suyo de cuatro años. Aún no existe vacuna ni antídoto eficaz. Únicamente funciona la profilaxis.
Recuerdo que antes de venir a Bissau acompañé a Pablo a su médico de cabecera para una revisión y cuando le preguntamos qué hacer en caso de coger la malaria nos respondió: "aquí no vengáis que yo me cago por la pata alante".
La malaria es una enfermedad muy antigua. El nombre proviene del italiano medieval "mala aria" (mal aire) aunque también se le llama paludismo del latín "palus" (pantano). Hace ya mucho tiempo que los chinos la describían como la acción conjunta de tres demonios: uno con un martillo (símbolo de la cefalea), otro con un cubo de agua helada (símbolo de los escalofríos) y otro con un horno ardiente (símbolo de la fiebre). En los humanos se transmite por la picadura de la hembra (ay las mujeres...) del mosquito Anopheles.
Los que vienen de visita a Bissau no tienen nada que temer ya que si tomas los fármacos adecuados, te untas hasta las cejas de Relec y te colocas una de las eficaces pulseras del Zotal, la hembra del Anopheles pasa de ti. Sin embargo, los que vivimos aquí lo tenemos más crudo ya que no podemos tomar las pastillas tanto tiempo si queremos volver con el hígado entero. Sólo nos queda el repelente, la pulsera, el pantalón largo y ponernos hasta las trancas de Gin Tonic. Si, si, de Gin Tonic.
Uno de los grandes problemas a los que se enfrentaban los británicos en sus colonias eran las fiebres, en especial la malaria. Para combatirla utilizaban quinina diluida en agua carbonatada, que es la base de la tónica, también llamada agua de quinina.
Como la cantidad de quinina necesaria era grande, la bebida resultaba muy amarga así que se comenzó a mezclar con ginebra para rebajarla y se popularizó rápidamente primero entre el ejército británico y luego en todo el mundo.
Este cóctel tan fresco, elegante y sencillo será mi receta terapéutica de hoy. Precisamente su sencillez hace que su elaboración sea un proceso algo más complicado de lo que parece. La clave de un buen Gin Tonic está en la calidad de sus ingredientes y aunque últimamente se ha modernizado y en muchos sitios cool lo preparan con manzana o pepino yo voy a dar la mía que creo que es la clásica.
- Ginebra Bombay Sapphire o Beefeater (mejor si la botella la guardamos en el congelador).
- Tónica Schwepps de botellín pequeño muy fría.
- Limas (o limones).
- Hielo (muy frío, que cruja al echar la ginebra).
- En una copa tipo balón o cualquier vaso grande de cristal fino ponemos hielo hasta arriba. Es importantísimo que el hielo sea consistente y no escatimar en la cantidad. Todos sabemos que la diferencia entre un buen y un mal combinado está en el hielo. Lo del racaneo con el hielo es muy habitual aquí en Bissau y por eso es difícil tomarse un buen Gin Tonic.
- Con una cuchara removemos el hielo para enfriar bien la copa y tiramos el exceso de agua.
- Añadimos la ginebra. La proporción depende de cada uno. A mi me gusta suave, más o menos una parte de ginebra por cuatro partes de tónica. Es decir, dos deditos de ginebra y el botellín entero de tónica.
- Cortamos dos rodajas finas de lima fresca (no ese limón seco que todos tenemos en el frigorífico...) y se las añadimos a la copa.
- Con lo que queda de la lima, exprimimos unas gotas dentro y frotamos el canto de la copa. No debemos pasarnos con las gotas de lima ya que el gin tonic si está muy ácido no está bueno y sienta fatal.
- Por último añadimos la tónica y dejamos reposar unos minutos sin remover para que la tónica no pierda fuerza.
BMB