domingo, 14 de noviembre de 2010

De vuelta en Bissau con mi madre.

¡ Bendito sea Dios !. Eso es lo primero que dijo mi madre al pisar Bissau. Cuando llegas por primera vez aquí el impacto es terrible. La oscuridad por las calles es total. El olor a África, mezcla de humedad, humanidad y pobreza, lo inunda todo. A lo lejos se oye el ruido de los generadores y miles de insectos vuelan alrededor de las escasas bombillas encendidas.  Entre las sombras de la noche se adivinan la miseria y la inmundicia. Al día siguiente la luz confirma la ruina.  De camino al mercado mi madre va muda y con los ojos como platos. Lo que más le llama la atención es la cantidad de edificios abandonados a medio construir. Me pregunta qué hace tanta gente por la calle sin hacer nada. "Están esperando" le contesto yo. En África la gente se pasa el día esperando. Andan de aquí para allá y hablan de la situación del país. Pero sobre todo, esperan.

En el mercado mi madre está alucinada. Decenas de mujeres nos rodean ofreciendo sus productos. Gritan y se pelean entre ellas por conseguir vender lo suyo. Yo regateo tratando de obtener un precio razonable que casi nunca consigo. Los precios son abusivos y los productos malísimos. Es lo que hay.

El viernes hemos quedado en el puerto a la doce con Samba, el marinero que nos llevará a las islas. Como era de esperar, no está. En Bissau la hora de quedar es orientativa...Mientras, un grupo de hombres que hablan una mezcla rara de francés y criollo cogen nuestras maletas y las meten en un barco. Tras una conversación de besugos que dura varios minutos, deducimos que ese no es nuestro barco y volvemos a sacar las maletas. A la una, por fin aparece Samba y salimos rumbo a Rubane. Vamos Pablo, mi madre, Luis y yo.

Después de dos horas de viaje, estamos en el paraíso. El hotel, Ponta Anchaca, me encanta. El paisaje precioso, la playa magnífica, el trato exquisito y la comida deliciosa.


Baño en la piscina de Ponta Anchaca
Paseo por la playa
De pesca

El sábado salimos de pesca. Mi madre pescó el primero, una garopa, será por aquello de la suerte del principiante..Luego Luis pescó una dorada enorme y después de las fotos pertinentes navegamos frente a las inmensas playas de Bubaque donde vimos este espectacular atardecer...








BMB


1 comentario:

  1. Juan Manuel Fernández Martínez15 de noviembre de 2010, 8:36

    A ver si le dejas un sitico a tu madre para que escriba algo, que sería divertido. Salúdala de mi parte.

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